HISTORIAS

DIRECTAMENTE DE NUESTRO HUERTO

La mano de Duda es un cítrico que siempre me había llamado la atención por su fragancia elegante y penetrante a la vez.

La mano de buda era muy complicada y cara de encontrar, dado que era un producto de importación en la mayoría de casos. Estuve pensando cómo convertir un fruto originario del noreste de la India y China, en un producto de proximidad para poderlo obtener en su punto óptimo de maduración, ya que sólo me interesaba su piel por su particular perfume. Así que concluí que en la zona del Maresme, gracias a su suave temperatura media anual y una humedad relativa concreta, los árboles vivirían bien. Compré 90 árboles y ahora ya hace 4 años que están plantados. Nosotros los cuidamos, los tratamos, y nos encargamos de su perfecto estado. Se han adaptado a la perfección y eso nos permite cosechar los frutos y manipularlos el mismo día, obteniendo una fragancia imposible de obtener de otro modo.

Cuando el primer frío ya ha tocado los árboles, cosechamos los frutos más maduros y extraemos la piel manualmente, que ponemos a macerar en etanol y agua. Al cabo de unos días cuando estos compuestos ya han extraído el primer aroma añadimos el jengibre fresco rallado y lo dejamos reposar hasta que el mismo producto ya nos dice que está listo para recibir su tercer ingrediente: la albahaca tailandesa o sweet basil, en este caso, previamente destilada en alambique de cobre tradicional. Azucaramos con oleo saccharum que hacemos con la misma piel de mano de buda y dejamos reposar una segunda etapa.

Finalmente filtramos y embotellamos.

Todos estos procesos llevados con cuidado nos dan un licor cítrico con toques asiáticos y mediterráneos sutil, elegante, ligeramente picante y con un retrogusto fresco, largo y sedoso. Ideal para tomar frío y con tiempo suficiente para poder notar los sabores escondidos de una historia de dedicación y cuidado del producto.